CARACAS .- - La larga permanencia del presidente Hugo Chávez en el poder y sus intentos por transformar a Venezuela en un Estado socialista están en juego hoy domingo en las elecciones presidenciales más reñidas en esta nación acremente dividida.
La votación que enfrenta a Chávez contra el opositor Henrique Capriles en una contienda por todo o nada entre dos grupos con una profunda desconfianza mutua que los lleva a dudar si la otra parte respetará los resultados de los comicios.
Lo que está en juego no podría ser más importante.
Si gana Chávez, tendrá libertad de acción para dominar Venezuela durante seis años adicionales a los 14 años que ya ha estado en el cargo, lo que le permitiría presionar por una participación aún mayor del Estado en la economía y cimentar su legado.
Si gana Capriles, significará probablemente un cambio abrupto en la política exterior, un eventual relajamiento de los controles económicos del Estado y un incremento de la inversión privada, aunque probablemente en medio de una transición tensa hasta la toma del cargo en enero.
Algunos venezolanos han expresado nerviosismo sobre lo que podría ocurrir si surgen disputas por las elecciones.
"Nadie confía en los otros, especialmente cuando son sus adversarios políticos", dijo María Villareal, una maestra y partidaria de Capriles cuando salía el sábado de un supermercado en el centro de la ciudad con varios paquetes con abarrotes. "Somos un país dividido y creo que Chávez es el responsable", agregó.
Villareal y otros críticos del presidente dicen que Chávez ha enardecido las divisiones al calificar a sus adversarios como "fascistas" ''yanquis" y "neonazis". Durante el último acto de campaña de Chávez el jueves en Caracas, gritó a la multitud que iban a darle una paliza a la burguesía.
David Hernández, un partidario de Chávez, estuvo de acuerdo en que el clima era tenso, pero culpó a la oposición.
Al ser entrevistado en el centro de la ciudad, señaló que Chávez va a ganar y que Capriles va a tener que aceptar su derrota. Agregó que si Capriles no acepta su derrota, podría haber problemas.
La violencia apareció esporádicamente durante la campaña, incluyendo balaceras y lanzamientos de piedras durante reuniones y caravanas políticas. Dos partidarios de Capriles murieron a tiros el pasado fin de semana en el estado de Barinas, en el occidente del país.
A toda Venezuela se enviaron soldados para que custodien el domingo los miles de centros de votación.
Chávez, quien ha dicho que emergió con éxito de un largo tratamiento por cáncer, tuvo el sábado por la noche una conferencia de prensa de improviso, y cuando se le preguntó sobre la posibilidad de disputas acerca de la votación, dijo que espera que ambas partes acepten el resultado.
El mandatario expresó a los reporteros en el palacio presidencial que Venezuela es un país maduro y democrático en el que las instituciones funcionan, y que tiene uno de los mejores sistemas electorales del mundo.
Pero señaló que espera que nadie intente utilizar la votación para entrar en un juego de desestabilización. Si lo hacen, "estaremos alertas para neutralizarlos".
Sus adversarios montaron una ruidosa protesta en Caracas la noche del sábado, golpeando cacerolas y sartenes desde las ventanas de sus casas para demostrar su disgusto con Chávez, y también sus esperanzas de cambio. Varios conductores hicieron sonar las bocinas por las calles del centro de la ciudad, uniéndose al estrépito de las cacerolas.
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