La información la ofreció el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), Frank Rodríguez, quien dijo que esa institución está realizando una batimetría en el lago para medir la cantidad de sedimentos que tiene.
La misión norteamericana está dirigida por Will Logan, subdirector del centro, experto en hidrogeología, intrusión salina y sistemas costeros, e integrada por el ingeniero civil Jorge Tous, gerente de proyectos; y por los hidrólogos Aleix Serrat Capdevila, especialista en imágenes y herramientas de toma de decisiones, y David Enfield, climatólogo de la NASA.
Rodríguez dijo que esos expertos identificarán los factores que inciden en la problemática y plantearán posibles soluciones.
Los técnicos sobrevolarán la zona, inspeccionarán el lago en bote y lo bordearán por tierra y visitarán los manantiales de Villa Jaragua, Las Clavellinas, La Descubierta, Las Barías, Boca de Cachón y La Zurza.
También irán a la isla Cabritos y a la estación climática establecida en el lugar, y harán un recorrido por el canal Cristóbal, la laguna de Cabral, el caño Trujillo y por las comunidades de la zona baja de la cuenca del Yaque del Sur.
Recordó que en la investigación sobre el Lago Enriquillo, el Indrhi también está siendo asistido por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), de las Naciones Unidas.
“Según estudios y publicaciones anteriores, el lago había estado en el mismo nivel que está ahora, y según hipótesis, lo que se le quita a los ríos y a los mares vuelven a recuperarlos, pero no queremos adelantar hipótesis sino que cuando tengamos datos ciertos los daremos a conocer”, expresó Rodríguez.
Apoyo del PNUD
El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo anunció un aporte de US$200,000 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la creación de una mancomunidad de alcaldes, dentro de un conjunto de iniciativas destinadas a buscar solución al problema generado en las comunidades de la zona por la crecida del lago.
El comité lo integran los alcaldes Alfonso Pérez, del municipio Los Ríos; Pascual Pérez, de La Descubierta; Alfredo Carrasco, de Villa Jaragua; Lino Medina, Postrer Río; Diógenes Díaz, del distrito municipal Las Clavellinas; Emil Vólquez, de Duvergé, y Rubén Matos, presidente del Concejo de Regidores de Jimaní, en representación del alcalde.
Boca de Cachón
La comunidad de Boca de Cachón, en la provincia Independencia, es la más afectada de las poblaciones bajo la influencia del Lago Enriquillo.
Sus gentes viven en la incertidumbre sobre su futuro y han comenzado a cambiar de oficios y hábitos. El agua que antes entraba por el lago ahora también viene de sus cachones.
Los vecinos están preocupados porque temen que el agua esparcida por todo el pueblo pueda desatar brotes de enfermedades infectos- contagiosas.
En enero pasado en el lugar se detectaron cerca de cien casos de cólera.
“En estos días los baños sépticos se taparon amenazando con provocar un gran problema de salud“, explicó Íker Medina, uno de los directivos del Comité Pro Desarrollo de Boca de Cachón. Dice que hay personas “que se están volviendo locas” porque antes tenían una gran cantidad de terrenos y ganados. pero hoy no tienen nada.
“Es que lo perdieron todo, y ahora se pusieron en el mismo nivel del pueblo”, añadió el dirigente comunitario.
Uno de estos es el señor Marino Heredia (Machito), quien antes del crecimiento del lago tenía 43 tareas sembradas de guineos, producción que vendía cada 22 días. Esta propiedad y otras 40 preparadas para la siembra de cebollín, hoy están bajo las aguas.
“La gente creía que tenía el Sida. Eso era por darle mente a la cosa. Yo me acostumbré a levantarme a las cinco de la mañana e irme para mi conuco y ahora me levanto a la misma hora para estar en casa”, se lamentó.
Como compensación hoy se dedica al negocio de la carnicería. “Yo me aguanto como carnicero, mato un puerquito o un becerrito y lo vendo en el pueblo para ganarme algo”, agregó.
Y es que como Heredia, los residentes en Boca de Cachón han tenido que cambiar su hábito de vida, dice Íker Medina, al referir que al menos cinco vecinos “se han vuelto totalmente locos” por la situación.
Las autoridadess han conmenzado la remoción de terrenos en el lugar conocido como “tierras coloradas”, donde se dice que hay seis mil tareas que pertenecen al Estado. Aunque no se ha hecho el anuncio oficial, se cree que serán usadas para reubicarlos.
Un censo determinó que la comunidad está compuesta por 2,920 habitantes, 575 familias y 404 viviendas, que tendrían que ser llevadas a un lugar donde la vida sea posible.
UNA COMPENSACIÓN DE LA NATURALEZA
Como si se tratara de una compensación de la naturaleza, el despertar en Boca de Cachón ahora no solo está acompañado de un tibio sol mañanero sino también del trinar y agradable sonido de distintas aves que antes habitaban a kilómetros de distancia, en la orilla del lago, y ahora prácticamente “están en los patios”.
Muy cerca de la población están los pescadores, garzas, gallaretas, golondrinas y otras aves carroñeras que ven la crecida del lago como un aumento a su cadena alimenticia.
Con la salida del sol se produce el regreso en manadas de distintas aves produciendo un bello espectáculo visual, que se mantiene hasta la tarde cuando regresan al lugar de dormida.
Sin embargo, una reacción distinta a la de las aves, produce la cercanía de los cocodrilos que infunden temor a la población, a pesar de que está demostrado que no atacan a las personas, a menos que no sea en una situación de defensa.
El rumor de que estos reptiles duermen en lo que antes fue la carretera que une a esta con Jimaní y hasta en los patios de las viviendas mantiene inquietas a algunas personas que dicen dormir “con un ojo abierto”. En cambio, entre los pescadores y personas habituales del lago, la gran preocupación lo constituyen las “jaibas siricas”, debido a que son especies invasoras. Estas, dicen los lugareños, matan los peces, destruyen con sus poderosos tentáculos las redes y hasta pueden comerse las raíces de las plantas.
La misión norteamericana está dirigida por Will Logan, subdirector del centro, experto en hidrogeología, intrusión salina y sistemas costeros, e integrada por el ingeniero civil Jorge Tous, gerente de proyectos; y por los hidrólogos Aleix Serrat Capdevila, especialista en imágenes y herramientas de toma de decisiones, y David Enfield, climatólogo de la NASA.
Rodríguez dijo que esos expertos identificarán los factores que inciden en la problemática y plantearán posibles soluciones.
Los técnicos sobrevolarán la zona, inspeccionarán el lago en bote y lo bordearán por tierra y visitarán los manantiales de Villa Jaragua, Las Clavellinas, La Descubierta, Las Barías, Boca de Cachón y La Zurza.
También irán a la isla Cabritos y a la estación climática establecida en el lugar, y harán un recorrido por el canal Cristóbal, la laguna de Cabral, el caño Trujillo y por las comunidades de la zona baja de la cuenca del Yaque del Sur.
Recordó que en la investigación sobre el Lago Enriquillo, el Indrhi también está siendo asistido por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), de las Naciones Unidas.
“Según estudios y publicaciones anteriores, el lago había estado en el mismo nivel que está ahora, y según hipótesis, lo que se le quita a los ríos y a los mares vuelven a recuperarlos, pero no queremos adelantar hipótesis sino que cuando tengamos datos ciertos los daremos a conocer”, expresó Rodríguez.
Apoyo del PNUD
El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo anunció un aporte de US$200,000 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la creación de una mancomunidad de alcaldes, dentro de un conjunto de iniciativas destinadas a buscar solución al problema generado en las comunidades de la zona por la crecida del lago.
El comité lo integran los alcaldes Alfonso Pérez, del municipio Los Ríos; Pascual Pérez, de La Descubierta; Alfredo Carrasco, de Villa Jaragua; Lino Medina, Postrer Río; Diógenes Díaz, del distrito municipal Las Clavellinas; Emil Vólquez, de Duvergé, y Rubén Matos, presidente del Concejo de Regidores de Jimaní, en representación del alcalde.
Boca de Cachón
La comunidad de Boca de Cachón, en la provincia Independencia, es la más afectada de las poblaciones bajo la influencia del Lago Enriquillo.
Sus gentes viven en la incertidumbre sobre su futuro y han comenzado a cambiar de oficios y hábitos. El agua que antes entraba por el lago ahora también viene de sus cachones.
Los vecinos están preocupados porque temen que el agua esparcida por todo el pueblo pueda desatar brotes de enfermedades infectos- contagiosas.
En enero pasado en el lugar se detectaron cerca de cien casos de cólera.
“En estos días los baños sépticos se taparon amenazando con provocar un gran problema de salud“, explicó Íker Medina, uno de los directivos del Comité Pro Desarrollo de Boca de Cachón. Dice que hay personas “que se están volviendo locas” porque antes tenían una gran cantidad de terrenos y ganados. pero hoy no tienen nada.
“Es que lo perdieron todo, y ahora se pusieron en el mismo nivel del pueblo”, añadió el dirigente comunitario.
Uno de estos es el señor Marino Heredia (Machito), quien antes del crecimiento del lago tenía 43 tareas sembradas de guineos, producción que vendía cada 22 días. Esta propiedad y otras 40 preparadas para la siembra de cebollín, hoy están bajo las aguas.
“La gente creía que tenía el Sida. Eso era por darle mente a la cosa. Yo me acostumbré a levantarme a las cinco de la mañana e irme para mi conuco y ahora me levanto a la misma hora para estar en casa”, se lamentó.
Como compensación hoy se dedica al negocio de la carnicería. “Yo me aguanto como carnicero, mato un puerquito o un becerrito y lo vendo en el pueblo para ganarme algo”, agregó.
Y es que como Heredia, los residentes en Boca de Cachón han tenido que cambiar su hábito de vida, dice Íker Medina, al referir que al menos cinco vecinos “se han vuelto totalmente locos” por la situación.
Las autoridadess han conmenzado la remoción de terrenos en el lugar conocido como “tierras coloradas”, donde se dice que hay seis mil tareas que pertenecen al Estado. Aunque no se ha hecho el anuncio oficial, se cree que serán usadas para reubicarlos.
Un censo determinó que la comunidad está compuesta por 2,920 habitantes, 575 familias y 404 viviendas, que tendrían que ser llevadas a un lugar donde la vida sea posible.
UNA COMPENSACIÓN DE LA NATURALEZA
Como si se tratara de una compensación de la naturaleza, el despertar en Boca de Cachón ahora no solo está acompañado de un tibio sol mañanero sino también del trinar y agradable sonido de distintas aves que antes habitaban a kilómetros de distancia, en la orilla del lago, y ahora prácticamente “están en los patios”.
Muy cerca de la población están los pescadores, garzas, gallaretas, golondrinas y otras aves carroñeras que ven la crecida del lago como un aumento a su cadena alimenticia.
Con la salida del sol se produce el regreso en manadas de distintas aves produciendo un bello espectáculo visual, que se mantiene hasta la tarde cuando regresan al lugar de dormida.
Sin embargo, una reacción distinta a la de las aves, produce la cercanía de los cocodrilos que infunden temor a la población, a pesar de que está demostrado que no atacan a las personas, a menos que no sea en una situación de defensa.
El rumor de que estos reptiles duermen en lo que antes fue la carretera que une a esta con Jimaní y hasta en los patios de las viviendas mantiene inquietas a algunas personas que dicen dormir “con un ojo abierto”. En cambio, entre los pescadores y personas habituales del lago, la gran preocupación lo constituyen las “jaibas siricas”, debido a que son especies invasoras. Estas, dicen los lugareños, matan los peces, destruyen con sus poderosos tentáculos las redes y hasta pueden comerse las raíces de las plantas.
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