Por: XIOMARA DOMÍNGUEZ
REPORTAJE
En la República Dominicana son frecuentes los titulares de los diarios nacionales que dan cuenta de la muerte de ciudadanos a manos de la policía.
A mediado de este mes la policía ultimó a más de ocho presuntos delincuentes, que cayeron en alegados intercambios de disparos. Es el caso de Félix Antonio Paulino Ramírez, Angel Luis Díaz, José Joel García Rodríguez y José Luis “el Rubio”, por citar algunos de los muertos a manos de la policía.
Excesos como estos los criticaba el ex Ministro de Interior y Policía, Franklin Almeida, calificando a estos policías como “gatillo alegre”.
BARRICK GOLD Y EXCESOS
Las heridas causadas por la policía a más de 40 personas de un grupo que el pasado jueves se dirigía a la minera Barrick Gold, para reclamar empleos y atenciones a la provincia Sánchez Ramírez dan la razón al ex Ministro Almeida y a otros ciudadanos.
Uno y otros critican a la policía por estas acciones que contrastan con el desempeño para la que fue creada esta institución del orden: “proteger al ciudadano, su seguridad y propiedad”.
Esta misión de nuestra Policía, consignada en el año 1936, cuando fue instituida en nuestro país, se remonta a Roma, donde tuvo su origen dos siglos antes de la Era Cristiana, para custodiar el templo de Ceres, en donde reposaban los archivos del Estado y defender la sociedad contra las extralimitaciones de la ciudadanía.
La policía dominicana infiere abusos físicos innecesarios a ciudadanos, cuando cuenta con técnicas de reducirlo a la obediencia, por el simple hecho de mostrar su poder.
LOS DERECHOS HUMANOS
Manuel María Mercedes, presidente de los derechos humanos, como tantos dominicanos, tiene algo malo que decir de esta institución del orden, y enfatiza: “uno no sabe a quién tenerle más miedo, si al delincuente o al policía”.
¿Qué decir de la cantidad de muertes en “intercambios de disparos” con supuestos delincuentes en algunos casos y delincuentes confesos en otros? Según Manuel María no son más que “excesos, tan graves como el mal que quieren combatir.
En casos como este, la Jefatura de la Policía se desliga del hecho y culpa los policías actuantes, evidenciando que no apoya excesos de sus miembros.
Esta situación se viene dando porque nuestros policías apenas alcanzan un octavo grado, y vienen de las entrañas de nuestros barrios, cargados de violencias, de hogares que no pueden brindarles la formación adecuada y los principios cristianos sobre el derecho a la vida.
La institución del orden se ahoga en su ineptitud y esto lo corroboran expresiones de personalidades, como las del príncipe de la Iglesia Católica dominicana, Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, cuando clama por una profilaxis en la misma.
REGIONAL OESTE DE LA PN
El caso de la Regional Oeste de la Policía, comandada por el general Aquino Reynoso Robles parece ser diferente: no se denuncian excesos ni abusos policiales, y cuando esto pasa se aplican los correctivos de lugar.
Roguemos contar con un cuerpo policial que defienda al ciudadano y someta al orden al que delinque.
A los policías y a los delincuentes que hagan conciencia de que sólo Dios tiene derecho sobre la vida en la tierra: Dios da la vida, Dios es el único que tiene derecho a quitarla.