Pese a las dificultades y las trabas legales, la comunidad dominicana radicada en Estados Unidos -calculada en 1.4 millones de un total de 50.5 millones de hispanos- está logrando visibilidad en esa nación con el paso de los años, gracias a elementos de penetración cultural como la música, la comida, la literatura y el béisbol, que contribuyen a su proyección social.
El Pew Hispanic Center establece, en base a la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense que realiza la Oficina del Censo, que ya los dominicanos conforman la quinta mayor población hispana en Estados Unidos, con un millón 334,000 emigrantes directos o descendientes para el año 2008.
Esto representaba el 1.2% de los 46.8 millones de hispanos registrados para entonces, de los que 30 millones 746,000 (65.7%) eran mexicanos; seguidos de las comunidades puertorriqueña (4,151,000), cubana (1,631,000) y salvadoreña (1,560,000).
El número de hispanos sigue creciendo de una manera impresionante. Los últimos datos que se conocen del censo de Estados Unidos dan cuenta de que la población hispana en general aumentó en 42% durante la última década y se sitúo en 50.5 millones de habitantes, equivalente a uno por cada seis estadounidenses, por encima de los afroestadounidenses calculados en 37.7 millones.
“El censo de 2010 nos da un estimado de 50.4 millones de hispanos, lo que representa un 16.3% de la población de Estados Unidos”, dice la dominicana Ramona Hernández, directora del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés). Algunos estudiosos estiman que tres de cada diez dominicanos residentes en Estados Unidos nacieron en Norteamérica.
Hernández sostiene que, pese a ello, mantienen elementos culturales que los identifican con el país. “Comen arroz y habichuelas; bailan merengue y bachata; insisten en preservar el idioma español, la religión católica, en estudiar sobre la República Dominicana, en la medida que esto les sea posible, y sobre todo, una buena parte de ellos se clasifica como dominicano”, dice.
Entiende que la sociedad estadounidense reconoce a la comunidad hispana en sentido general porque aprueba leyes que persiguen enmendar algunas desigualdades que la perjudican. Sin embargo, cree que al mismo tiempo la rechaza, “en la medida en que dichas leyes no se implementan; las desigualdades persisten y no terminan de aprobar un ley inmigratoria que le dé derechos a los 12 millones de inmigrantes hispanos indocumentados”.
Hernández considera que los dominicanos confrontan problemas de discriminación de carácter laboral, profesional, salariales, de vivienda, en los hospitales, en instituciones educacionales. “Aún escasean las instituciones bancarias en muchos de nuestros vecindarios”, apunta.
Los dominicanos residentes en Estados Unidos, como todos los migrantes hispanos y de otras regiones del ámbito mundial, tienen en leyes, como la SB-1070, del estado de Arizona, una real amenaza, sobre las que han protestado.
Leyes migratorias en auge
Las deportaciones podrían seguir en aumento con las nuevas legislaciones que endurecen controles migratorios. Georgia, Utah, Alabama, Oklahoma también han restringido su política migratoria.
Sólo en los primeros cuatro meses de este año Estados Unidos deportó a 890 dominicanos, muchos de ellos luego de cumplir condena por asesinato, robo a mano armada, violaciones sexuales y fraude a entidades de seguro de salud.
Pese a los inconvenientes, los dominicanos radicados en Estados Unidos o sus descendientes logran espacio en el Gobierno estadounidense, como Thomas Pérez, designado en 2009 como responsable de la División de Derechos Civiles en el Departamento de Justicia. Pérez había trabajado en la División de Derechos Civiles entre 1988 y 1999 y entre 1995 y 1998 se desempeñó como asistente especial para temas de justicia del fallecido senador demócrata Edward Kennedy.
Al igual que Pérez, la también abogada Julissa Reynoso, quien emigró en 1982 al Bronx, Nueva York, fue designada por la gestión de Obama el 16 de noviembre de 2009, como subsecretaria de estado de los Estados Unidos para Asuntos de América Latina y el Caribe.
La funcionaria se graduó en Harvard en 1997 y luego en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde hizo una maestría en Desarrollo de la Filosofía. Se desempeñó como asistente de la jueza Laura Taylor Swain, de la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York.
Dominicanos en puestos
Algunos dominicanos o sus descendientes han logrado posiciones electivas en EE.UU., como destaca el Consejo para las Comunidades Dominicanas en el Exterior (Condex) en sus memorias correspondientes a 2010.
Entre esos funcionarios figuran Adriano Espaillat (Senador Estatal por el Distrito 31 de Nueva York); Guillermo Linares (Asambleísta por el Distrito 72 de Nueva York); Nelson Castro (Asambleísta Estatal por el Distrito 86 de Nueva York), y Juan Pichardo (Senador Estatal por el Distrito 2 de Rhode Island).
El Pew Hispanic Center establece, en base a la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense que realiza la Oficina del Censo, que ya los dominicanos conforman la quinta mayor población hispana en Estados Unidos, con un millón 334,000 emigrantes directos o descendientes para el año 2008.
Esto representaba el 1.2% de los 46.8 millones de hispanos registrados para entonces, de los que 30 millones 746,000 (65.7%) eran mexicanos; seguidos de las comunidades puertorriqueña (4,151,000), cubana (1,631,000) y salvadoreña (1,560,000).
El número de hispanos sigue creciendo de una manera impresionante. Los últimos datos que se conocen del censo de Estados Unidos dan cuenta de que la población hispana en general aumentó en 42% durante la última década y se sitúo en 50.5 millones de habitantes, equivalente a uno por cada seis estadounidenses, por encima de los afroestadounidenses calculados en 37.7 millones.
“El censo de 2010 nos da un estimado de 50.4 millones de hispanos, lo que representa un 16.3% de la población de Estados Unidos”, dice la dominicana Ramona Hernández, directora del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés). Algunos estudiosos estiman que tres de cada diez dominicanos residentes en Estados Unidos nacieron en Norteamérica.
Hernández sostiene que, pese a ello, mantienen elementos culturales que los identifican con el país. “Comen arroz y habichuelas; bailan merengue y bachata; insisten en preservar el idioma español, la religión católica, en estudiar sobre la República Dominicana, en la medida que esto les sea posible, y sobre todo, una buena parte de ellos se clasifica como dominicano”, dice.
Entiende que la sociedad estadounidense reconoce a la comunidad hispana en sentido general porque aprueba leyes que persiguen enmendar algunas desigualdades que la perjudican. Sin embargo, cree que al mismo tiempo la rechaza, “en la medida en que dichas leyes no se implementan; las desigualdades persisten y no terminan de aprobar un ley inmigratoria que le dé derechos a los 12 millones de inmigrantes hispanos indocumentados”.
Hernández considera que los dominicanos confrontan problemas de discriminación de carácter laboral, profesional, salariales, de vivienda, en los hospitales, en instituciones educacionales. “Aún escasean las instituciones bancarias en muchos de nuestros vecindarios”, apunta.
Los dominicanos residentes en Estados Unidos, como todos los migrantes hispanos y de otras regiones del ámbito mundial, tienen en leyes, como la SB-1070, del estado de Arizona, una real amenaza, sobre las que han protestado.
Leyes migratorias en auge
Las deportaciones podrían seguir en aumento con las nuevas legislaciones que endurecen controles migratorios. Georgia, Utah, Alabama, Oklahoma también han restringido su política migratoria.
Sólo en los primeros cuatro meses de este año Estados Unidos deportó a 890 dominicanos, muchos de ellos luego de cumplir condena por asesinato, robo a mano armada, violaciones sexuales y fraude a entidades de seguro de salud.
Pese a los inconvenientes, los dominicanos radicados en Estados Unidos o sus descendientes logran espacio en el Gobierno estadounidense, como Thomas Pérez, designado en 2009 como responsable de la División de Derechos Civiles en el Departamento de Justicia. Pérez había trabajado en la División de Derechos Civiles entre 1988 y 1999 y entre 1995 y 1998 se desempeñó como asistente especial para temas de justicia del fallecido senador demócrata Edward Kennedy.
Al igual que Pérez, la también abogada Julissa Reynoso, quien emigró en 1982 al Bronx, Nueva York, fue designada por la gestión de Obama el 16 de noviembre de 2009, como subsecretaria de estado de los Estados Unidos para Asuntos de América Latina y el Caribe.
La funcionaria se graduó en Harvard en 1997 y luego en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde hizo una maestría en Desarrollo de la Filosofía. Se desempeñó como asistente de la jueza Laura Taylor Swain, de la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York.
Dominicanos en puestos
Algunos dominicanos o sus descendientes han logrado posiciones electivas en EE.UU., como destaca el Consejo para las Comunidades Dominicanas en el Exterior (Condex) en sus memorias correspondientes a 2010.
Entre esos funcionarios figuran Adriano Espaillat (Senador Estatal por el Distrito 31 de Nueva York); Guillermo Linares (Asambleísta por el Distrito 72 de Nueva York); Nelson Castro (Asambleísta Estatal por el Distrito 86 de Nueva York), y Juan Pichardo (Senador Estatal por el Distrito 2 de Rhode Island).