viernes, 25 de noviembre de 2011

‘El viejo y el mar’ de Hemingway cobra vida: Pesca un atún de 400 kilos, y acaba multado y sin el pez


Pesca un atún de 400 kilos, y acaba multado y sin el pez

La historia de Carlos Rafael parece sacada del libro de Ernest Hemingway ‘El viejo y el Mar’. En la novela, un viejo pescador se adentra solo en el mar y, tras 84 días sin lograr pescar nada, captura un pez enorme que presume solucionaría todos sus problemas y le devolvería la gloria de su juventud.

Como el viejo de Hemingway, Rafael realizó la captura de su vida: un gigantesco atún de aleta azul de casi 400 kilos que su tripulación arrancó de las peligrosas aguas del Atlántico. Pero, como también le sucede el protagonista del relato de 1952, las circunstancias han conspirado para evitar que el pescador disfrute de las mieles del éxito.

Cuando llegó al puerto de New Bedford (Massachusetts) a bordo de su imponente barco Apollo, de 23 metros de eslora, se encontró con un inesperado comité de bienvenida. Rafael había avisado por radio de su botín y la noticia había llegado a oídos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, según sus siglas en inglés).

Un grupo de agentes federales esperaban la llegada del Apollo para inspeccionar la carga.Determinaron que la captura era ilegal al haberse realizado con red y no con caña y sedal. “Nunca oculte que se había quedado atrapado en nuestras redes. Hicimos todo según las reglas”, ha explicado Carlos Rafael al diario local Cape Cod Times, donde también defendió asegurando que “nadie nos avisó que no podíamos pescar con este método”.

Sin embargo, a pesar de que en los últimos cuatro años ha comprado hasta 15 licencias para pescar atunes, a este veterano armador le tocó renunciar a la mayor captura en Estados Unidos desde 1979. En el mercado japonés, donde más se aprecian estas capturas, el descomunal pez podría haber alcanzado un precio de hasta 400.000 dólares.

De nada le sirvió ser uno de los hombres más reconocidos del sector pesquero de la costa Este del país, ni tener una flota de 40 barcos en la que da trabajo a cientos de personas. La NOAA fue implacable. Además, está a la espera de que le informen del importe de la multa que tendrá que pagar por haber realizado la captura con un sistema no autorizado.

Pero lo más sorprendente de esta historia novelesca es que, al contrario de lo que sucede habitualmente, la Administración oceánica estadounidense ha decidido sacar a subasta el atún. Los beneficios de la puja irán a parar al fondo para la lucha contra las capturas ilegales.

Carlos Rafael, abatido, sancionado y sin el mayor botín de sus casi 40 años en la mar, ha decidido devolver todos los permisos que sus barcos tienen para pescar atún: “¿de qué me sirve tenerlos si luego no puedo capturarlos o me los quitan cuando llegamos a puerto?”.

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